La pintura de Antonio Herrera sigue siendo formalmente abstracta. Aunque la realidad urbana de Lima sigue presente haciendo referencia a elementos urbanos en su iconografía de inspiración, ha virado su enfoque. Este ha pasado a otro plano. El color ha tomado un rol protagónico que emana sensualidad y travesura. Asimismo, las curvas y texturas tientan al espectador. Antonio nos brinda piezas dinámicas; donde personajes emergen, se entrelazan y desaparecen constantemente.
Siguen sus contenidos urbanos, pero dichas líneas van más allá de las referencias iconográficas, insinúan en su dinamismo la vibración de la vida citadina. Así en el juego de las líneas y los personajes se despliegan los posibles significados de la obra de Antonio. Es una obra que parte del pasado pero muestra a un artista completo, cómodo con su medio. Antonio Herrera nos regala un mundo fantástico donde el color, las texturas, los personajes, y las formas se regocijan juntas.